LA COMUNICACIÓN OFICIAL ES COSA SERIA

“Hay mil secretos, mil artimañas desleales que inciden en la formación de la opinión pública. Y cuídese lector de lo vagamente insinuado, de lo reiterado con malicia, mucho más que las groseras imputaciones o elogios, porque más trabajan con la gota de agua de todos los días que con el escándalo resonante. Así edifican héroes y pecadores, prestigian ideas o las desmerecen”

Arturo Jauretche (1958) – Aprendamos a leer los diarios

Desde el comienzo de la pandemia, advertimos con bastante preocupación, las dificultades que enfrentaba el Gobierno Nacional a la hora de comunicar. En situaciones de crisis, el manejo de la comunicación es un factor clave en todas las instituciones, tanto para ordenar la gestión hacia adentro, como para llevar tranquilidad a los diversos públicos que necesitan de información veraz y oficial, para poder incluso organizar sus propias vidas. Inimaginable pensar que en un contexto de emergencia sanitaria no exista un protocolo de comunicación de crisis dentro del gabinete nacional.

A principios del mes de marzo, unos días antes de iniciada la primera cuarentena sanitaria, se organizó desde la Secretaría de Medios y Comunicación Publica de la Nación, una capacitación especial para periodistas de medios públicos y privados sobre el tratamiento informativo de la epidemia del coronavirus (COVID-19), que estuvo a cargo de profesionales del Ministerio de Salud de la Nación y de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el encuentro, además de información científica sobre este nuevo virus que de golpe desconcertó al mundo, se brindaron recomendaciones sobre las coberturas responsables que debían realizarse desde los medios de comunicación. Se exhortó a los/las periodistas a centrarse en las fuentes oficiales y evitar la multiplicidad de voceros/as, que solo provocarían confusión en la ciudadanía. Se escuchó por primera vez la palabra “infodemia”, concepto que remite a la epidemia de la mala información, que hoy vemos circular a diario en la voz de los/las periodistas más renombrados/as, en los medios y redes sociales.

Ese fue un buen comienzo. A poco de andar y ya inmersos/as en plena pandemia en el país, la propia comunicación oficial comenzó a hacer agua. Declaraciones de funcionarios/as en temas sensibles que se contradecían unos/as con otros/as y el comienzo de la figura del Presidente de la Nación, oficiando de vocero en programas de radio o TV, aclarando los dichos de tal o cual ministro/a. ¿Es esa la función del Presidente? Definitivamente NO.

Frente a los tanques mediáticos opositores dispuestos a exponer cualquier mínima diferencia entre los/as miembros/as del oficialismo (y cuando no las hay, inventarlas con afiebradas interpretaciones), resulta indispensable centralizar la comunicación. Partir de ejes básicos respecto a cada decisión política que contengan las respuestas mínimas a los interrogantes ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para Qué? Entender que las declaraciones a los medios (que son intermediarios obligados con los/las ciudadanos/as), no pueden salirse de este esquema para evitar contradicciones que luego serán magnificadas y usadas mediáticamente por la oposición para sembrar desconfianza y temor. Los/las funcionarios/as deben entender que la exposición pública no es una evaluación académica del desempeño en su materia (eso lo realizaran en el Congreso si se lo requieren), sino de dar respuestas claras a un público en pandemia, angustiado, confundido y manipulado las 24 hs con teorías conspirativas desde medios de comunicación y redes sociales.

Aunque en estas épocas de auge de redes sociales y marketing digital, pareciera que cualquiera puede comunicar, lo cierto es que en momentos críticos como éste la información es vital y con ese cuidado debiera estar manejada por especialistas, porque de ella depende la vida y la salud de la población. Y esta responsabilidad es ante todo de quienes ejercen la administración del Estado.

Los medios de comunicación con discurso dominante, llevan adelante su tarea minuciosa y continua de desgaste de la palabra oficial. Tienen sus objetivos claros de condicionar las políticas públicas a los intereses de los sectores del gran poder económico de los que son voceros y no van a descansar hasta lograrlo. ¿Por qué el gobierno les allana el camino con errores que pueden anticiparse?

Es un desgaste innecesario de la figura presidencial que Alberto Fernández, tenga que salir a aclarar a los medios varias veces a la semana detalles de las medidas de gobierno. Sobretodo cuando no están firmes, porque a esto se suman las marchas y contramarchas en decisiones claves.  En este ir y venir permanente, la población se desconcierta. Nadie está seguro/a de si lo que anuncian se cumplirá en verdad, o será un nuevo ensayo-error y se dará marcha atrás con lo anunciado. Y aparecen entonces las innumerables interpretaciones sobre los lobbys detrás de tal o cual medida, y la permeabilidad del gobierno a las presiones de los/as más poderosos/as. ¿Es necesario?

La difícil e intrincada tarea de gobernar en este contexto, exige la imagen de un poder ejecutivo fuerte, capaz de hacer frente a todo con tal de proteger los intereses de los/las más vulnerables. Esa fue su promesa de campaña y así lo manifestó el Presidente en el Congreso en la apertura de las sesiones legislativas. Es claro, que tomar posición por los/las más débiles, nunca ha sido ni será fácil, pero es un mandato histórico del peronismo al que no se puede renunciar. Y eso no puede limitarse a distribuir planes sociales, sino de ir al fondo en cuestiones claves como el aumento desmesurado de los precios de la canasta básica de alimentos. De cara a la sociedad hay que mostrar los entramados que llevan a la inflación a través de empresas claves en la formación de precios.

Comenzamos un año electoral difícil con elecciones legislativas de medio término, en contexto de pandemia. Las operaciones políticas, judiciales y mediáticas de “lawfare” que aún no pudieron (o no quisieron) desarticularse, están al acecho permanente. Los poderes facticos no van a permitir una mayoría legislativa de un gobierno popular, y usaran toda su artillería para cumplir su objetivo. La estrategia de campaña del gobierno tiene que estar dirigida indiscutiblemente a su base electoral, que son quienes lo llevaron con su voto a ganar las elecciones del 2019.  

Es cierto que esta base electoral formada por distintas estructuras partidarias, es heterogénea y en muchos temas claves tiene miradas contrapuestas. Habrá que saber manejar esa coalición con discursos claros y estrategias precisas teniendo claro que no se va a conformar a todos/as. El “es con todos/as” de campaña, ha sido eso, un slogan de campaña. En la toma de decisiones de gobierno, siempre se va a afectar a alguien, porque se debe dirimir entre intereses contrapuestos y hay que sentar posiciones claras en medio del temporal. Es necesario volver a sembrar esa mística que posicione al proyecto político del gobierno en una lucha clara por el poder. No por el poder en sí mismo (como los sectores privilegiados han hecho históricamente), sino porque ese poder permita equilibrar la balanza y tomar decisiones a favor de los sectores populares que solo tienen a la política y a sus representantes para construir un país con justicia social que permita que todos/as vivamos un poco mejor.  Y todo eso solo se puede lograr con una comunicación clara y eficaz que de sentido y pertenencia a las mayorías.


Elena Calvín es Periodista recibida en la Universidad Nacional de Avellaneda y Psicóloga Social recibida en la Escuela de Psicología Social del Sur. Actualmente, es Directora de Prensa y Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Avellaneda. Entre 2013 y 2020 condujo el programa radial más exitoso de Radio UNDAV: Vivís la UNDAV – Edición Sábado.

8 comentarios sobre “LA COMUNICACIÓN OFICIAL ES COSA SERIA

      1. Está claro que el llamamiento es para romper la hegemonía de la gran metáfora mediática, con las legitimas armas que tiene el pueblo que son los medios populares, los que pueden discutir a partir de datos concretos que cada barrio, territorio o municipio pueda generar.
        Hay que poder apropiarnos de esos datos, con el esfuerzo y sociedad del estado que pueda aportar a la elaboración de ellos.
        Allí puede empezar a torcerse el brazo de la megacomunicación endiablada y opositora.
        Los esfuerzos por el palo a palo ya sabemos que a la larga se pierde mientras los medios sigan promoviendo la era fakenews a través de redes sociales altamente consumidas por nuestros hermanos y hermanas, sobretodo en situación de vulnerabilidad económica e intelectual y moral.
        Hay mucho por hacer!

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